Las Cofradías en tiempos de necesidad

Han sido muchas las procesiones de rogativas conocidas a través de la extensa historia de nuestras cofradías. Una de las manifestaciones más frecuentes auspiciada por la piedad popular en épocas de necesidad, como en tiempos de guerra, epidemias y sequías. Las rogativas consistían principalmente en la realización de un novenario que se hacía en la Iglesia Mayor, correspondiéndole al Cabildo de la villa, a través de los miembros del Concejo, decidir qué imagen había de ser la que presidiera el acto. Por ello, son sobre todo las Actas Capitulares conservadas en el Archivo Histórico Municipal de Chiclana las que ofrecen más detalladamente la organización de estos actos.

Aquí encontramos frecuentes procesiones de rogativas a partir de la Edad Moderna, con el fin de librarnos del mal de contagio – las epidemias – , y también las novenas en petición de lluvias, dada la dependencia de la población con los ciclos climáticos para el buen desarrollo de las cosechas.

Muchas son las devociones que han presidido en algún momento procesiones de rogativas. Así, tenemos ejemplos conocidos como, entre otros: San Sebastián (en tiempos de epidemias, al ser considerado desde la Edad Media como el santo protector contra las mismas), a Santa Ana, al Señor del Refugio y, sobre todo, al Santo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora de los Remedios,

En el siglo XVII, las epidemias obligaron a improvisar hospitales o degredos como el de San Sebastián, o el que se dispuso en las Peñas del Resbaladero (como también era conocido en la época el cerro de Santa Ana), lugares ambos apartados de la aglomeración urbana por aquel entonces. Estos hospitales eran mantenidos por el Concejo y las cofradías, las cuales, en la práctica, se dedicaban en la mayoría de los casos a la atención de enfermos. De esta centuria se conoce además una nueva cofradía de atención hospitalaria: la del Nazareno de las Cinco Llagas, encargada del hospital que en 1596 levantó la también hospitalaria cofradía de San Martín en la calle Corredera, y que años después – en 1644 – pasa a tener capilla propia en el lugar donde en 1666 se establecerán las Agustinas Recoletas.

En cuanto a las procesiones de rogativas en la Edad Moderna, ya se conoce del siglo XVII algunas presididas por San Sebastián, Santa Ana y la Vera Cruz, con motivo de las epidemias o «mal de contagio», como se menciona en la documentación, un mal que sufrió la población sobre todo entre los años 1649 y 1651.

También por motivos de sequía en el año 1676. En esta ocasión, la escasez de agua y la consecuente falta de trigo suponían una gran tragedia para las gentes del lugar. Las actas del 18 de marzo de dicho año dan fe del público agradecimiento a la Señora Santa Ana por la llegada de la lluvia tan necesaria, y se acordaba en cabildo hacer novenario y fiesta a Santa Ana como acción de gracias. En 1679, debido al «mal de contagio» vuelve a ser la antigua imagen Santa Ana (venerada en la capilla que a mediados del siglo XVI levantó la duquesa Doña Ana de Aragón) a la que el Consejo de Justicia y Regimiento de Chiclana decidió hacer novenario, en esta ocasión con el Santo Cristo de la Vera Cruz. Esto también da cuenta de la estrecha vinculación que existía entre ambas cofradías en la época.

En el siglo XVIII las rogativas vendrán motivadas sobre todo por las sequías, dado el descenso de las epidemias que tanto castigaron a la población en la centuria anterior. Aun así, la población temía a los tiempos prolongados de falta de lluvias, que de hecho generaban situaciones graves de carestía, como sucedió en los años previos a 1738, año en el que tiene lugar la rogativa que más trascendencia ha tenido en la historia de la ciudad, tras la cual la Virgen los Remedios fue nombrada Patrona por el Clero y el Cabildo y se instituyó su fiesta a perpetuidad. Las Actas Capitulares dan buena cuenta de ello, conformando toda una crónica del novenario que presidió Nuestra Señora de los Remedios, el traslado de la Virgen a la Iglesia Mayor – junto con el Señor del Refugio – desde el antiguo convento de los Agustinos Ermitaños; como también queda reflejado el público agradecimiento tras la aparición de la benéfica lluvia al tercer día del comienzo de la novena, como se relata en este valioso documento en el que además se detalla incluso cómo había de celebrarse la fiesta de la Virgen (los gastos que debían aportar tanto el Cabildo como el Clero y los cargos que debían participar, con la creación en el Consejo de Justicia y Regimiento de la figura del «Diputado de fiestas de los Remedios»).

Las rogativas, además de reflejar la religiosidad popular, da cuenta del auge de ciertas cofradías en determinados periodos, como también la acción de gracias cuando se daba por finalizada.En algunos casos, como el de Santa Ana de 1676 podría tratarse de la primera vez que se celebraban festejos populares en honor de la santa, en acción de gracias tras las rogativas (y aunque quizás se prolongaran durante años, pasarán por momentos de decadencia avanzado el tiempo, pues a mediados del siglo XVIII será cuando se realiza su nueva ermita e imagen debido a la ruina de la anterior capilla).

En el caso de la Virgen de los Remedios, que ya se festejaba desde tiempos remotos el 8 de septiembre, sí que queda este día instituido como fiesta municipal a partir de las rogativas de 1738 al ser nombrada como Patrona.

En 1745 también hay constancia nuevamente en las Actas Capitulares de la salida extraordinaria del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que presidió un novenario por la falta de lluvias en el invierno de dicho año, siendo sacado por los capitulares y eclesiásticos y llevado a la Iglesia Mayor, ordenándose decir misas cada día de la novena (la primera a expensas de los Propios del Ayuntamiento, y las demás por particulares, gremios y cofrades).

Comenzando el siglo XIX con la epidemia de fiebre amarilla – que daba comienzo casi al final del verano del año 1800 – la Patrona fue sacada junto con el Santo Cristo de la Vera Cruz, finalizando la epidemia antes de finalizado el año. Tiempos después se suceden las del cólera morboasiático, de las que no constan víctimas tras la salida de la Virgen.

Por Alberto Morales

Fuentes:

. Romero Montalbán, Jesús D.: El cerro de Santa Ana. Chiclana, historia y culto. 2014.

. Romero Montalbán, Jesús D.: El corregidor Alonso Valdés y Saavedra, artífice del nombramiento de Nuestra Señora de los Remedios como Patrona de Chiclana de la Frontera en 1738. (2016).

A.H.M.Ch., AA. CC. ff. 38-40.

. Juan Carlos Rodríguez: Las epidemias de nuestra historia. Diario de Cádiz, 2020.

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