El origen de la saeta

De origen incierto, a la saeta (del latín sagitta «flecha») se le atribuyen ciertas semejanzas que parecen estar relacionadas con cantos orientales, como así se recalca por medio de la etnografía comparada; cantos árabes que se cantaban en las mezquitas andalusíes, complementada por cantos judíos como las salmodias sefardíes y, al mismo tiempo, estructurada por los cantos procesionales cristianos de los misioneros franciscanos de los siglos XVI y XVII. Fueron ellos, los franciscanos, quienes ya llamaron ‘saeta’ a los avisos que en forma de coplillas cantaban por las calles durante sus misiones. En suma, todo un crisol de culturas engendraría la saeta que conocemos y cuya evolución se va a producir a partir del siglo XIX.

A finales de dicha centuria será cuando la saeta empiece a ser cantada tal y como la conocemos en la actualidad; un cante de gran dificultad interpretativa dentro del llamado cante grande, semejante a la seguiriya (considerada la madre del cante), la soleá y el martinete. La saeta, que no se acompaña de instrumento, es un canto en oración a Cristo o María caracterizado por el peculiar quejío propio del cante jondo y sólo a veces en las procesiones de Semana Santa la voz del saetero se acompaña en complicidad por el ritmo que marca un tambor.

La Saeta de Julio Romero Torres (Año 1918)

Así, tras las llamadas saetas primitivas, llega la saeta flamenca, que tiene su origen en el folclore andaluz y presenta dos variantes: la saeta por seguiriya (la más extendida) y la saeta carcelera. Aún en ciertos pueblos andaluces se oyen las saetas primitivas, diferenciándose entre ellas por la entonación o musicalidad con la que se cantan. Por la gran variedad en este estilo destacan las saetas marcheneras, con carceleras, cernicaleras, molederas, marchenera pura… Otras variedades también se dan en Castro del Río, con las samaritanas; las cuarteleras de Puente Genil; saetas de santería en Lucena; saeta antigua de Cabra; las sátiras de Loja, etc.

La saeta vive su edad de oro en el primer tercio del siglo XX y, tras un período de cierta decadencia, sería rescatada por grandes cantaores como Antonio Mairena y Manolo Caracol.

El texto de la saeta se compone por 4 ó 5 versos octosílabos, aludiendo siempre a la Pasión de Cristo. Aunque también habría que destacar la evolución de la saeta en lo que respecta a sus letras a lo largo del siglo XX. Antonio Jiménez Ruiz, cofrade chiclanero autor de numerosas letras de saetas, será el que introduce un nuevo estilo en la composición literaria de las mismas, al incluir en sus textos la figura del costalero por primera vez; son nuevas letras que envuelve la saeta en un contexto eminentemente cofrade y cuyas letras han sido premiadas en muchas ocasiones por toda la región. Por ello también este autor ha compuesto numerosos temas flamencos para grandes figuras del momento y distintas casas discográficas, así como una «Misa rociera». Antonio Jiménez es autor del libro «Versos a la Pasión» donde están recopiladas muchas de esas letras de saetas, fragmentos de pregones y disertaciones dedicadas a la Semana Santa chiclanera.

Saeta a Jesús Nazareno y a la figura del costalero.

En esta tierra de gran tradición flamenca, la saeta ha tenido a lo largo del siglo XX y hasta la actualidad un destacado lugar dentro de su Semana Santa; era tradición antaño que las saetas sonasen desde lugares tan destacados como el balcón del Arco del Reloj a los pasos de las cofradías, como también en otros rincones de forma espontánea. Para cuidar esta tradición se lleva a cabo desde hace años el recital Saeta en la calle en la que intervienen destacados saeteros, lo que hace que en nuestros días la saeta siga siendo protagonista de algunos de los momentos más emocionantes del discurrir de las cofradías. También es de destacar en la actualidad el Concurso Regional de Saetas ‘Ciudad de Chiclana’ que se celebra en cuaresma desde hace más de una década en la Peña Flamenca Chiclanera, permitiendo abrir a muchos las puertas a este difícil arte. Este prestigioso concurso organizado por el Ayuntamiento, Peña Flamenca Chiclanera y la Peña de la Ilusión se empezó a celebrar en memoria de la gran saetera de Chiclana María del Carmen Guerrero.

A día de hoy son habituales en nuestra Semana Santa saeteros como José Mari de Alcalá, José Manuel González «Mané», Nazaret Natera, Isabel Posada… y muchas otras voces que impregnan de emoción el transitar de nuestras cofradías.

Por Alberto Morales

Fuentes:

«Versos a la Pasión». Antonio Jiménez. Fundación Viprén. 2004

Imágenes:

«La saeta». Julio Romero de Torres (1918)

Letra de saeta al Nazareno y al costalero. Antonio Jiménez (tomada de su primer libro «Versos a la Pasión» editado en 2004).

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