Historia devocional de Ntra. Sra. de los Remedios

Es inmemorial el origen de la devoción a la Patrona de Chiclana de la Frontera, fundiéndose incluso con la leyenda. Para empezar, decir que es la primera y más antigua imagen que veneramos los chiclaneros, y además de forma continuada, pues su imagen, realizada en madera de estilo gótico-flamenco, nunca ha llegado a ser reemplazada.

Una fecha que marca un antes y un después en la historia devocional de la Virgen de Chiclana es la de 1565, cuando un pastor la encuentra a extramuros de la entonces villa, en concreto en las inmediaciones de la antigua atalaya militar del cerro de Santa Ana, una zona conocida como Los Palmaretes. Este hallazgo quedaría recogido por el escribano Juan Gutiérrez de Valencia en pliego por él firmado. La explicación más razonable de que la imagen se encontrase en tal sitio se debe a que muchos años atrás se dieron en Chiclana – territorio de la Frontera entre cristianos y musulmanes – numerosas incursiones que dieron lugar a que en algún momento tuvieran los cristianos que abandonarlo todo huyendo de los infieles. Y la pequeña talla mariana era, pues, una imagen de campaña; era la que llevaban los cristianos y a la que invocaban para defenderse de los moros en las muchas campañas militares que se daban en estos territorios fronterizos.

Por ello, la imagen tuvo un culto anterior, apuntando los historiadores a que fue el linaje de los Guzmanes (dueños y señores de la villa de Chiclana desde 1303) los que en algún momento de los siglos XIV o XV trajeran a la Virgen de los Remedios para la cofradía asistencial de San Martín, cofradía medieval que se dedicaba al cuidado de mendigos y enfermos y que fue promovida por el propio duque, quien también era hermano mayor de la misma. Y de ahí también su advocación de los Remedios, que significa «la que protege o cura continuamente» (un término por cierto – el de Remedios – de raíz griega y que trajeron los árabes, pues viene de med- met-, del que derivan palabras como medicina o meditar, referidas ambas al cuidado del cuerpo y del alma, precedidas por re- que determina continuidad). Hay que decir que la Virgen chiclanera tiene la singularidad de llevar este nombre sin participar de la tradicional iconografía de esta advocación, presentándonos atributos de la Inmaculada Concepción, dogma ya defendido por los cristianos desde tiempo inmemorial y muy particularmente en España, por lo que podría ser una de las imágenes medievales concepcionistas más antiguas que se conservan.

Ofrenda floral al mosaico de la patrona colocado en San Telmo.

Fue decisiva la llegada en 1577, a instancias del Duque, de los frailes agustinos de la Observancia a la vieja iglesia de San Martín, donde ya la Virgen de los Remedios tenía su altar. La cofradía de San Martín, por su parte, se trasladaría a la calle Corredera, al hospital del Niño Jesús, quedándose la Virgen de los Remedios en el convento de los frailes agustinos, quienes desde su llegada comenzaron a conceder ciertos privilegios a las clases pudientes de la población; por ejemplo, podían ser enterrados bajo un altar mayor u ocupar capillas, o establecían patronatos, etc. Esto propició que la Virgen de los Remedios tuviese durante los siglos XVI y XVII un mayor arraigo entre las familias privilegiadas. Por ejemplo, en 1601, Dª Mariana de Mendoza, hija menor de los duques de Medina Sidonia (D. Alonso Pérez de Guzmán y Doña Ana de Silva, devotos de la Virgen de los Remedios) fue enterrada bajo el altar de la Virgen en el antiguo convento de San Agustín. La muerte en 1610 de Doña Ana de Silva (duquesa cuyo nombre ha quedado vinculado al coto de Doñana), hizo que los restos de su hija fueran trasladados a Sanlúcar de Barrameda, pues así lo dispuso Doña Ana en su testamento.

En el siglo XVIII se acentúa aún más esta relación devocional de los notables de la ciudad con la Virgen de los Remedios, pues eran ellos quienes promovían los cultos decidiendo, por ejemplo, qué imágenes debían realizar los novenarios de rogativas, muy frecuentes en la época y motivadas en muchos casos por los vínculos de devoción familiares, y la Virgen de los Remedios fue una de las protagonistas en las procesiones de rogativas, destacando de manera especial la de 1738.

En esta ocasión fue D. Alonso Valdés y Saavedra, una de las personalidades más influyentes de la Chiclana del siglo XVIII, quien ocupó los cargos de corregidor y Capitán de Guerra de Chiclana en varios periodos en dicha centuria. En uno de los cuales se produjo el nombramiento de la Virgen de los Remedios como patrona, que tuvo lugar el 27 de febrero de 1738 tras la realización de unas fructíferas rogativas que pusieron fin a una fuerte sequía, trasladándose previamente la Virgen a la Iglesia Mayor, donde era habitual que se llevasen a cabo los novenarios y cultos extraordinarios. También a raíz de ello, el Cabildo acuerda celebrar a perpetuidad su festividad el 8 de septiembre, Natividad de Ntra. Señora, día en el que ya desde tiempo atrás se festejaba a la Virgen de los Remedios, quedando a partir de entonces este día como festividad municipal.

Procesión de los Remedios en los años 80

En 1778, la Orden de los Agustinos se asientan en la iglesia de San Telmo, por cesión de la cofradía de los mareantes. Aquí, los frailes agustinos, además de a la educación a través de su escuela de gramática, se dedicaron al cuidado y al culto oficial de la Virgen.

Una fecha altamente significativa fue el 12 de julio de 1916 cuando el Papa Benedicto XV ratifica canónicamente mediante bula el patronazgo de la Santísima Virgen de los Remedios y de San Juan Bautista como patronos de la ciudad. Los trámites para tal nombramiento pontificio los llevó a cabo el Padre Caro, célebre sacerdote al que también debemos el que la Patrona ocupe, por su rango, el altar mayor de San Telmo (donde se encontraba hasta entonces la titular mariana de la cofradía de mareantes, la antigua Virgen de las Angustias hoy Lágrimas y Esperanza).

Una larga historia de siglos de devoción ininterrumpida, que ya de por sí son motivos para su coronación canónica que injustamente aún no ha tenido, aunque ha sido rogada en tantas ocasiones por parte de cofrades, devotos, en pregones, conmemoraciones… y por supuesto en el apego tradicional del pueblo en los días grandes de su fiesta: su novena, la multitudinaria ofrenda floral y procesión de alabanzas. Tampoco hay que olvidar su fuerte vinculación con una de las tradiciones protagonistas de la cultura chiclanera: la viticultura, pues la vendimia tiene en Chiclana su culmen en la festividad de la Patrona. Es la Virgen de los Remedios la que bendice el primer mosto de la cosecha de cada año, tras la pisa de la uva celebrada en la víspera de su festividad.

Una historia con siglos de devoción que ha generado una cultura a través de la tradición y el folclore, que nos hacen recordar cada 8 de septiembre lo que somos, lo que nos han dejado tantas generaciones a lo largo del tiempo; son nuestras raíces como pueblo, nuestras señas de identidad las que nunca debemos perder, sino realzar y mantener vivas.

Fuentes:

– ROMERO MONTALBÁN, Jesús D., El corregidor Alonso Valdés y Saavedra, artífice del nombramiento de Nuestra Señora de los Remedios como Patrona de Chiclana de la Frontera en 1738. (2016).

– JIMÉNEZ VERDUGO, E., Cuitas de una Madre. La Virgen de los Remedios, en «La Revista de Chiclana de la Frontera. La Patrona» (Delegación de Cultura. Excmo. Ayuntamiento de Chiclana. Septiembre, 2008).

– ROMERO MONTALBÁN, JESÚS D., La Virgen de los Remedios y el Coto de Doña Ana. El entierro en Chiclana de Mariana de Mendoza, hija de los VII Duques de Medina Sidonia. En «El Periódico de Chiclana, 7 de septiembre de 2017.

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