Una Semana Santa para olvidar y otra que nos deben
La Semana Santa del 2024 sin duda será recordada por la de la lluvia, por las condiciones meteorológica que impidieron disfrutar de una Semana Santa de principio a fin.
Las numerosas aplicaciones de móviles que hacen su temporada con los cofrades en Semana Santa así lo anunciaban desde el Viernes de Dolores. Lo nunca visto, el icono de agua y nubes durante todos los días de pasión.
El Viernes de Dolores con mucha incertidumbre pudimos disfrutar de la jornada de besapies y besamanos en Chiclana, una de las jornadas más bonitas de nuestra Semana Santa que suma calidad y exquisitez desde Solagitas con la Agrupación Parroquial del VI Dolor.
El Domingo de Ramos fue un preludio de lo que ibamos a vivir el resto de jornadas, cada día nos levantaríamos mirando al cielo. Borriquita fue la primera en anunciar una media hora antes de su salida que este año no realizarían estación de penitencia. El Huerto con ilusión agotó todas sus opciones, pero, la jornada se cerró en agua desde bien temprana la tarde y no pudimos disfrutar por primera vez del Señor de la Paz un Domingo de Ramos, toca esperar.
El Lunes Santo la Esperanza se apoderó de todos, la jornada pintaba mejor pero la lluvia apareció en el momento crítico de la jornada, la hora de la salida de ambas hermandades del Lunes Santo. El Perdón plantó sus cruz de guía y primeros nazarenos en la calle pero tuvieron que volverse al dintel de la Parroquia, una imagen que presagió lo peor. Sin embargo, en esa espera eterna, el cielo abrió y el Cristo del Perdón salió a sones del himno nacional y una emoción inundo a todos los allí presentes entre aplausos y solemnidad, no todo estaba perdido.
Humildad y Paciencia tardó unos 45 minutos en salir esperando mejoras en la previsión, con solera y elegancia la hermandad se echó a una calle mojada y con charcos de agua pero inundada de Esperanza. La jornada avanzó sin incidencias pero con recortes de itinerarios por ambas hermandades que provocaron un tapón en calle La Vega, gajes de una Semana Santa en la que los libretos de itinerarios sirvieron de mas bien poco.
El Martes Santo se presentó con unas condiciones parecidas a las del lunes, sólo que esta vez la lluvia apareció más tarde, pero, ¿quién no se echa a la calle con el sol fuera y un barrio entero esperándote?. Al Amor le sorprendió la lluvia justo cuando llegaba al centro en torno al museo de la ciudad, es entonces cuando la hermandad decide refugiarse en la Iglesia Mayor para posteriormente decidir suspender la estación de penitencia y regresar a Fuenteamarga con todas las imágenes del misterio cubiertas y el Señor del Amor con capote, una estampa que por desgracia hemos tenido que vivir varias veces en estos últimos años.
Afligidos vivió todo esto desde San Telmo y decidió esperar media hora para ponerse en la calle, a pesar de tener partes favorables la cofradía decidió recortar itinerario e ir directos a la estación de penitencia y volver por el camino más corto hacia su templo. Sin duda, las hermandades de San Telmo a pesar de recortar en su itinerario, fueron las más dichosas esta Semana Santa a la hora de disfrutar, ambas se gustaron en su recogida especialmente el palio de las Lágrimas y Esperanza que un año más fué protagonista en uno de los momentos ya grandes de nuestra Semana Santa.
El Miíercoles Santo probablemente supuso el principio y el fin de nuestra Semana Santa, algunos intuyeron que la recogida de Afligidos sería el punto final de la semana de pasión debido al protagonismo de la lluvia y en parte se notó con esa bulla improvisada delante del misterio de Afligidos. El pesimismo inundaba el templo de San Juan Bautista desde la mañana, si las jornadas anteriores fueron malas en cuanto a previsiones, lo que venía para el resto de la semana era aún peor.
La Cofradía de Medinaceli suspendía su salida procesional minutos antes de que dieran las 19:00h de la tarde, la hora prevista de su salida. El patrimonio, la restauración de la Virgen y los nuevos estrenos eran suficientes motivos para no jugarsela en la calle. El cielo en ese momento estaba abierto, la temperatura agradable y parecía que iba quedar buena noche, sin embargo realmente los partes no parecían muy buenos. La gente en los bares y sin cofradías en las calles, finalmente la lluvia apareció… muy timidamente. La gente se quedó con la cosa de que se pudo hacer más… es muy fácil horas más tarde opinar desde la barrera, lo difícil vivir y trabajar durante todo un año por tu hermandad y decidir no salir a la calle.
El Jueves Santo fué un calco del miércoles en cuanto a decisiones, previsiones nada buenas que finalmente no se cumplieron por lo que fué incluso más doloroso que la jornada del miércoles. El Santo Crucifijo un bálsamo entre todo el drama, quizás una señal y oportunidad para descubrir lo desconocido. La Cofradía de Borriquita se quitó la espinita del Domingo de Ramos y desafío a la madrugá con un itinerario alternativo y con más público de lo habitual, la gente tenía ganas de cofradías.
El Viernes Santo estaba cristalino desde por la mañana a pesar de amanecer con un cielo celeste y sol primaveral, tan cristalino estaba que Soledad suspendió su salida a las 14:00h de la tarde. Vera Cruz mantuvo una esperanza ilusoria en una tarde de pesadilla, truenos y relámpagos a la hora prevista de la salida, el Santo Cristo se quedaba en casa. A pesar de la apocalíptica Semana Santa que estábamos viviendo, la luz en la oscuridad la puso la Hermandad de la Soledad con la espectacular estación de penitencia que realizaba en el interior de su capilla justo a la hora prevista de su salida. En el más absoluto silencio y oscuridad sin movimiento se produjo sin duda el momento más impresionante de esta Semana Santa 2024 y que sin duda podrá hacer olvidar el desastre de esta.
Lo del Domingo de Resurrección fue ya como al portero que le meten una goleada, los tres primeros te duelen, cuando te meten ya el quinto o el sexto gol lo único que quieres es que termine el partido. Así creo que nos hemos sentido los cofrades en estos últimos días, con extrañas ganas de que fuese un lunes normal de rutina, un lunes de seguir soñando cofradías o pensar en el tiempo de glorias.
La Semana Santa 2024 es para olvidar, aunque sabemos que no la olvidaremos precisamente por el sonido y la imagen del drama en el interior de los templos en los que cada cofrade fueran jóvenes o mayores se repetían la misma expresión: «en mi vida había vivido esto», aunque quizás el covid nos hizo vivir sensaciones parecidas.
Lo que está claro que entre los cofrades, generación de cristal poca, dos semana santa pandémicas y una entera de lluvia, a ver quién supera eso. Al día siguiente sin dramas y pasos recogidos de los templos, para no impedir la frenética vida eclesiastica de nuestras parroquias, pensando en el año que viene o en el tiempo de glorias que ya es inminente, así somos los cofrades, bendita locura y bendita primavera que la seguimos queriendo aunque nos venga en forma de apocalipsis. Las Semanas Santas se olvidan, pero ser cofrade no, eso sí, ya nos deben tres y me lo anoto por si eso si se me olvida.
