La primera piedra de la Capilla de Ntra. Sra. de la Soledad se colocó un 8 de diciembre de 1979 por el Obispo Antonio Dorado Soto.
17 años después de que los hermanos de la Soledad se embarcaran en el colosal proyecto de la construcción de su propia capilla, el domingo 26 de mayo del año 1996 se procedió a la bendición de la misma por el oispo Antonio Ceballos Atienza, en una eucaristía en la que asistieron el vicario general , Félix González del Moral, el arcipreste de la ciudad, asi como otros sacerdotes.
En esa solemne bendición que comenzaba a las siete de la tarde por supuesto también estuvieron presentes la junta de gobierno de la propia hermandad así como Manuel Jiménez Barrios quien fuese alcalde de la ciudad en aquella época.
Durante la homilía del señor obispo durante la bendición, destacó que este fue uno de los primeros asuntos que le consultaron una vez recién llegó a la diocesís. El obispo impregnó con incienso el altar y otros dos sacerdotes hicieron lo mismo por toda la capilla, además se procesió a descubrir la lápida conmemorativa de la inauguración, momento emotivo que se llenó de una fuerte ovación al contemplar un sueño cumplido tras más de quince años.
Pasaron casi diecesiete años desde que los hermanos se embarcaron en el proyecto. La lucha de la Hermandad por construir la nueva capilla fue en un principio muy fuerte, sobre todo para levantar su estructura, la última etapa fue sin duda la más cansada. José Fernández, pieza clave en la culminación de este proyecto junto con su junta de gobierno, fue hermano mayor desde 1980. Todos los organismos le cerraron las puertas al principio, ya que las necesidades del pueblo en ese momento eran otras según contaba el propio José Fernandez al periódico Diario de Cádiz.
Se donaron en pequeña escala más de mil ladrillos, 20 sacos de cemento, etc… El Ayuntamiento en su día aportó las tejas que cubren la techumbre de la capilla y la Diocesís sufragó una parte de los gastos una vez finalizada la obra. Fernández López, comenzó la obra con 24 años y terminó con 40, media vida dedicada a un sueño cumplido.
La Capilla de la Soledad contó en su día con un presupuesto de alrededor de 70 millones de pesetas de la época que salieron de las ayudas de los devotos, las aportaciones del pueblo de Chiclana y el gran esfuerzo de los hermanos.
La edificación fue construida a semejanza de la ermita que se hallaba en el mismo solar y fue decorada con parte de los mismos ornamentos que contaba la vieja ermita, cuyos orígenes se remontaban a principios del siglo XVI.
Otro de los actos más emotivos y especiales en esos momentos fue el traslado de regreso de Ntra. Sra. de la Soledad de nuevo a su casa. El sábado día previo a la bendición, a las ocho y media de la tarde se llevó a cabo una salida extraordinaria hacia su nueva capilla.
El itinerario de la procesión fue: Plaza del Sancto Cristo, Plaza Mayor, Callejoncillo, Padre Añeto, Corredera Alta, Plaza Patiño, Corredera Baja, Vega, Padre Caro, La Plaza, Mendario, Plaza del Retortillo, Doctor Pedro Vélez, Carretera de la Soledad y recogida. El paso de palio de la Soledad estuvo acompañado musicalmente por la asociación cultural banda de música «Santa Cecilia» de Lebrija.
Según las crónicas la procesión de alabanza se desarrolló con gran brillantez, mucho público y un tiempo casi veraniego durante todo el recorrido. Antes de la salida hubo un intercambio de obsequies y recuerdos con la hermandad del Santo Cristo de la Vera Cruz, la entrega de una pértiga dorada al hermano mayor de la Soledad, José Fernández, por parte de su hermanddad y unas palabras del entonces arcipreste de la ciudad, José María Alcede Tenero.
Al momento de la salida desde la Capilla del Santo Cristo, una lluvia de pétalos despedía a la Soledad, en la Plaza Mayor se cantó la salve y la hermandad de Medinaceli le entrego un ramo de flores a la Virgen, escena parecida se vivió con las hermandades en San Telmo.
La recogida fue en torno a las dos de la madrugada y el paso iba exornado con gladiolos blancos, rosas blancas y en su color y orquídeas.
Sin duda, un fin de semana para la Hermandad de la Soledad que quedó para la historia como la culminación de un sueño en el que pocos creyeron pero al que gracias a aquellos «locos cofrades», la Virgen de la Soledad, sigue teniendo su casa desde donde realiza su estación de penitencia cada Viernes Santo.
Por Jorge Carmona
Fuente: Archivo Díario de Cádiz (Año 1996)
Fotografías: Paco Periñán