Fuenteamarga vuelve a soñar

El Señor del Amor fue preludio de un nuevo Domingo de Pasión. Los rayos de sol volvieron a posarse a las 19:45h de ayer viernes en el rostro del Cristo que tallase Fernando Aguado.

Las andas del Señor del Amor en el interior de la Parroquia.

La Hermandad Sacramental del Amor celebró el ejercicio del viacrucis con la imagen de su titular. El cortejo parroquial transitó la feligresía de Fuenteamarga que como novedad por vez primera pudimos ver al Señor por la zona de la Pedrera. Las hermandades de barrio tienen esa magia y esencia especial, lo hemos vivido en las últimas semanas también con la Agrupación Parroquial de Caridad, estampas que solo se viven en los barrios con sus vecinos y sus hermandades, una alegría que la Chiclana Cofrade vaya sumando en la periferia de la ciudad.

El Cristo fue portado en andas por mujeres y hombres dirigidos por el cuerpo de capataces de Cristóbal Pérez que se estrena como capataz del Señor este mismo Martes Santo.

Una jornada espléndida en cuanto a meteorología se refiere.

El viacrucis avanzó por el barrio con gran solemnidad y el buen hacer que tan acostumbrados nos tiene la hermandad. A pesar de la lejanía de la Parroquia de San Antonio de la zona céntrica, asistió bastante público especialmente a la salida y en la barriada de María Auxiliadora. Muchos fieles y devotos también detrás del Señor, sin duda una imagen que tiene mucho «tirón» en el barrio y eso se notó en la jornada de ayer desde el minuto uno.

La estampa del Cristo del Amor en solitario en su parihuela nos viene ya con un aroma a nostalgia y recuerdo de la última Semana Santa. El 2019 será el último año que el Señor salió en solitario en su paso procesional, a partir de este 2022 saldrá acompañado por las imágenes secundarias que conforman sus misterio.

El Señor del Amor a su paso por la urbanización de la Pedrera.

Precisamente Fuentemarga sueña ya con ese momento, la jornada de ayer fue tan solo un exquisito aperitivo de lo que probablemente será ese Martes Santo tras tres años de ausencia.

Fuenteamarga vuelve a soñar con su Cristo del Amor.

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